Posiblemente lo mejor del libro
de Clara Ramas, Fetiche y mistificación
capitalistas. La crítica de la economía política, sea la simetría de su
argumentación, es reconfortante y atrayente: una estructura que se abre en
ramas como un cuento de Jorge Luis Borges. Nos han gustado menos sus
traducciones del alemán: carecen de ritmo y entorpecen (particularmente cuando
traduce a Marx y Engels) la comprensión del texto. Sobre el aspecto que menos
nos ha agradado del libro tenemos poco que decir, así que hablemos del primero.
Clara Ramas primero enfrenta el dogmatismo de cuño soviético (p. 49). No
deja claro qué hace con los teóricos de la II Internacional o el propio Engels
ni si condena al infierno de la ortodoxia a toda la producción de los líderes
revolucionarios rusos y la III Internacional o, de manera más restringida, la
malformación práctica y teórica del estalinismo. Este es uno de los dos
elementos ausentes en el texto. Fetiche y
mistificación capitalistas va a evitar entrar en combates del marxismo
histórico y de estrategia política hoy. No le faltaban oportunidades, Clara
Ramas se remite a la interpretación de fetichismo de Isaak Rubin (Ensayos sobre la teoría del valor en Marx)
quien fue condenado dos veces por el estalinismo por esta interpretación de la
teoría del valor de Marx: la primera al gulag y la segunda directamente
ejecutado.
Después enfrenta y completa la
división althusseriana de la obra de Marx. Para Clara Ramas la ruptura
epistemológica que fundamenta Althusser es simplista.
Tal cual, simplista. Si bien afirma que sí se produce una ruptura con el
humanismo de la izquierda hegeliana en 1844, para ella se produce otra ruptura
con el concepto de economía política, es decir, rompe con los conceptos
neoclásicos de valor, renta, etc., en 1857 con la Introducción a la Contribución a la crítica de la economía
política. Para Clara Ramas, como para Althusser a pesar de la
diferenciación, es central la ruptura de Marx con el humanismo y con el
empirismo. La ruptura con el empirismo se produce cuando cuestiona los
conceptos propios de la economía-política (conceptos incólumes para ella, por
ejemplo, en La miseria de la filosofía (1847))
como formas de apariencia.
Así, Fetiche y mistificación capitalistas establece tres momentos en la
obra de Karl Marx: el joven Marx, Marx cuando rompe con el hegelianismo de
izquierdas (humanismo) y el Marx que rompe con las teorías de la economía
política (empirismo). Esta división tripartita está estrechamente vinculada al
concepto utilizado por Marx ausente en el análisis de Clara Ramas, con el que cerraremos
esta reseña.
La ruptura con la economía
política de Marx no sólo supondría el desarrollo de conceptos como fuerza de
trabajo o plusvalor, sino con el análisis como formas aparenciales los
conceptos propios de la economía política clásica: valor, dinero, capital, la
fórmula trinitaria. Es importante
aclarar que, para Clara Ramas, las formas aparenciales no son falsedades. No
son falsa conciencia, esta forma aparencial es esencial para el funcionamiento
del capitalismo: es absolutamente necesario que el obrero venda su fuerza de
trabajo como venta de trabajo con la forma aparencial mistificada salario para
que el modo de producción capitalista siga en funcionamiento.
Estas formas aparenciales (apariencia
objetiva) en la que se muestran las relaciones sociales esconden la
materialidad de estas relaciones (somos conscientes de que el término “esconder”
en esta explicación de la teoría de Clara Ramas sobre el concepto de apariencia la reduce hasta falsearla,
pero solicitamos indulgencia). Por ejemplo, desde la lectura de Clara Ramas, la
teoría laboral del valor no se limitaría a una cantidad de trabajo muerto
computable en horas de trabajo, sino que construiría una concepción cualitativa de la teoría valor-trabajo.
Es decir, la teoría valor-trabajo explica una relación social de producción: no
es una teoría sobre el precio natural o de equilibrio de la mercancía. La
teoría del valor en Marx no es un empirismo sobre el precio de las mercancías
(así, por ejemplo, rompe con el debate con los neorricardianos que se dio en
las lecturas empirista y neopositivista lógica de Marx en el mundo anglosajón de
Steedman a Gerald Cohen).
¿Cuáles serían las apariencias de
la economía política desentraña Marx? Aquí la dulce simetría estructural campa
a sus anchas. Por un lado, tenemos la forma valor (mercancía, dinero y capital)
y las formas que adopta el plusvalor (salario, renta y ganancia -interés); por
otro, tenemos dos formas de apariencia: fetichismo o la cosificación de las
relaciones sociales y la mistificación o inversión de la relación social que se
mantiene. No hay ninguna referencia a ello en el texto de Clara Ramas, pero el
parecido de ambas al funcionamiento de lo simbólico en Lacan es patente: la
metáfora y la metonimia son fácilmente articulables con el fetichismo y la
mistificación.
→ Mercancía
Valor → Fetichismo → Dinero
→ Capital
→ Salario
Plusvalor → Mistificación → Ganancia e interés
→ Renta de la tierra
La economía política es ciega
sobre los dos aspectos clave de la economía porque se mantendría en la
apariencia en sus dos claves: la forma valor y el plusvalor (o la posibilidad
de obtener más de lo invertido). Pero esta apariencia se constituye de manera
distinta según a cuál de las claves se adhiera.
En el valor el fetichismo actúa
mostrando las relaciones sociales como relaciones entre objetos. Esto es, las
cosifica. La teoría de Marx no establecería el valor de las mercancías por la
cantidad de trabajo fijado en ella (trabajo muerto) -lo que equivaldría a la
teoría de Ricardo-; sino que la teoría del valor mostraría la cosificación de
una relación social (trabajo abstracto). Así el problema de la transformación
del valor en precio sería un problema falso porque atendería a dos órdenes distintos
del conocimiento: el precio pertenece al mundo del fetiche, de la apariencia,
de la necesidad objetiva de funcionamiento del capitalismo, mientras que el
valor, criticado por Marx, se remite a la relación social cosificada,
fetichizada, de la producción capitalista.
Del mismo modo, analiza la
apariencia del plusvalor. No obstante, es cierto que para el concepto de
mistificación Clara Ramas recurre a más artificios filológicos porque no
aparece en los textos de Marx ningún apartado o capítulo dedicado
específicamente a ello. No es nuestra función, creo, discutir los fundamentos
filológicos de Clara Ramas -en este aspecto de persecución de la letra dejada
por Marx su trabajo es sencillamente impecable-, sino seguir un poco su
argumentación. El misticismo es una inversión apariencial de la realidad
material. Lo explicaremos con el misticismo del salario. Para la economía
política el salario corresponde al precio del trabajo, aparentemente el
capitalismo acude al mercado a comprar trabajo y paga por esa mercancía su precio,
como con cualquier otra mercancía. Sin embargo, he aquí la clave del
misticismo, la sustitución metonímica (una sinécdoque) -si siguiéramos a Lacan-,
lo que el sujeto propietario únicamente de su cuerpo vende no es su trabajo,
sino su capacidad de trabajar: su fuerza de trabajo.
Nosotros creemos que esta
división es sintomática dado que le permite eludir el eje central del
pensamiento de todo el pensamiento de Marx: la lucha de clases. No sólo en la
época de La miseria de la filosofía o El
manifiesto comunista; también después, La
guerra civil en Francia (1871), sin ir más lejos. Aunque principalmente en El Capital. Cita Clara Ramas la carta de K. Marx a Brief y Engels
de 1868 en la que recoge el plan de escritura de la obra:
Finalmente,
supuesto que estos tres elementos (salario del trabajo, renta del suelo,
ganancia [interés]) son las fuentes de las rentas de las tres clases, a saber
la de los propietarios de la tierra, la de los capitalistas y la de los obreros
asalariados, llegamos a la conclusión de la lucha de clases, en la que se
descompone el movimiento y que es el desenmascaramiento de toda esa porquería.
[traducción e incisos de Clara Ramas].
Al parecer Marx consideraba
central que El Capital concluyese con
aquello que desenmascara y descompone todo el movimiento del
capital. La conclusión es la lucha de clases, no el sujeto fetichizado en sus
relaciones sociales, no el sujeto mistificado de la renta percibida. Sin
embargo, Clara Ramas no hace referencia a ella en ningún momento; la apariencia
objetiva del fetichismo y la mistificación están imbricados, así lo considera
Marx, en la lucha de clases. Aunque el capitalista y el obrero viven el
fetichismo y la mistificación, las consecuencias de esta vivencia no es la
misma. Aunque el obrero cree, de manera mistificada, que vende trabajo, el
rentista cree que el suelo produce o el prestatario cree en el capital que
produce más capital, no es igual la consecuencia para cada uno. El obrero, a
través de la forma mistificada del salario (apariencia objetiva), vende su fuerza
de trabajo mientras que lo vive como renta por su trabajo. Igual ocurre con el
rentista que considera que la tierra produce beneficios por sí y no que se apropie
de parte del plusvalor generado; o el capitalista que vive la ilusión de que el
capital se alimenta de sí mismo para aumentar. Todas estas formas mistificadas
aparecen en lugar del plusvalor: una relación social de explotación: lucha de clases.
No consideramos que Clara Ramas no
profundice y casi ni se refiera a la lucha de clases en su análisis de manera
voluntaria, quizá como nosotros ha tenido falta de espacio; pero espero que
pronto sitúe la lucha de clases en la construcción del materialismo crítico que
propone.
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