lunes, 7 de octubre de 2019

FETICHISMO, MISTIFICACIÓN Y LUCHA DE CLASES. A propósito de Clara Ramas


Posiblemente lo mejor del libro de Clara Ramas, Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política, sea la simetría de su argumentación, es reconfortante y atrayente: una estructura que se abre en ramas como un cuento de Jorge Luis Borges. Nos han gustado menos sus traducciones del alemán: carecen de ritmo y entorpecen (particularmente cuando traduce a Marx y Engels) la comprensión del texto. Sobre el aspecto que menos nos ha agradado del libro tenemos poco que decir, así que hablemos del primero.
Clara Ramas primero enfrenta el dogmatismo de cuño soviético (p. 49). No deja claro qué hace con los teóricos de la II Internacional o el propio Engels ni si condena al infierno de la ortodoxia a toda la producción de los líderes revolucionarios rusos y la III Internacional o, de manera más restringida, la malformación práctica y teórica del estalinismo. Este es uno de los dos elementos ausentes en el texto. Fetiche y mistificación capitalistas va a evitar entrar en combates del marxismo histórico y de estrategia política hoy. No le faltaban oportunidades, Clara Ramas se remite a la interpretación de fetichismo de Isaak Rubin (Ensayos sobre la teoría del valor en Marx) quien fue condenado dos veces por el estalinismo por esta interpretación de la teoría del valor de Marx: la primera al gulag y la segunda directamente ejecutado.
Después enfrenta y completa la división althusseriana de la obra de Marx. Para Clara Ramas la ruptura epistemológica que fundamenta Althusser es simplista. Tal cual, simplista. Si bien afirma que sí se produce una ruptura con el humanismo de la izquierda hegeliana en 1844, para ella se produce otra ruptura con el concepto de economía política, es decir, rompe con los conceptos neoclásicos de valor, renta, etc., en 1857 con la Introducción a la Contribución a la crítica de la economía política. Para Clara Ramas, como para Althusser a pesar de la diferenciación, es central la ruptura de Marx con el humanismo y con el empirismo. La ruptura con el empirismo se produce cuando cuestiona los conceptos propios de la economía-política (conceptos incólumes para ella, por ejemplo, en La miseria de la filosofía (1847)) como formas de apariencia.
Así, Fetiche y mistificación capitalistas establece tres momentos en la obra de Karl Marx: el joven Marx, Marx cuando rompe con el hegelianismo de izquierdas (humanismo) y el Marx que rompe con las teorías de la economía política (empirismo). Esta división tripartita está estrechamente vinculada al concepto utilizado por Marx ausente en el análisis de Clara Ramas, con el que cerraremos esta reseña.
La ruptura con la economía política de Marx no sólo supondría el desarrollo de conceptos como fuerza de trabajo o plusvalor, sino con el análisis como formas aparenciales los conceptos propios de la economía política clásica: valor, dinero, capital, la fórmula trinitaria.  Es importante aclarar que, para Clara Ramas, las formas aparenciales no son falsedades. No son falsa conciencia, esta forma aparencial es esencial para el funcionamiento del capitalismo: es absolutamente necesario que el obrero venda su fuerza de trabajo como venta de trabajo con la forma aparencial mistificada salario para que el modo de producción capitalista siga en funcionamiento.
Estas formas aparenciales (apariencia objetiva) en la que se muestran las relaciones sociales esconden la materialidad de estas relaciones (somos conscientes de que el término “esconder” en esta explicación de la teoría de Clara Ramas sobre el concepto de apariencia la reduce hasta falsearla, pero solicitamos indulgencia). Por ejemplo, desde la lectura de Clara Ramas, la teoría laboral del valor no se limitaría a una cantidad de trabajo muerto computable en horas de trabajo, sino que construiría una concepción cualitativa de la teoría valor-trabajo. Es decir, la teoría valor-trabajo explica una relación social de producción: no es una teoría sobre el precio natural o de equilibrio de la mercancía. La teoría del valor en Marx no es un empirismo sobre el precio de las mercancías (así, por ejemplo, rompe con el debate con los neorricardianos que se dio en las lecturas empirista y neopositivista lógica de Marx en el mundo anglosajón de Steedman a Gerald Cohen).
¿Cuáles serían las apariencias de la economía política desentraña Marx? Aquí la dulce simetría estructural campa a sus anchas. Por un lado, tenemos la forma valor (mercancía, dinero y capital) y las formas que adopta el plusvalor (salario, renta y ganancia -interés); por otro, tenemos dos formas de apariencia: fetichismo o la cosificación de las relaciones sociales y la mistificación o inversión de la relación social que se mantiene. No hay ninguna referencia a ello en el texto de Clara Ramas, pero el parecido de ambas al funcionamiento de lo simbólico en Lacan es patente: la metáfora y la metonimia son fácilmente articulables con el fetichismo y la mistificación.

                                                              Mercancía
                            ValorFetichismo  Dinero
                                                              Capital


                                                                        Salario
                           Plusvalor Mistificación Ganancia e interés
                                                                        Renta de la tierra

La economía política es ciega sobre los dos aspectos clave de la economía porque se mantendría en la apariencia en sus dos claves: la forma valor y el plusvalor (o la posibilidad de obtener más de lo invertido). Pero esta apariencia se constituye de manera distinta según a cuál de las claves se adhiera.
En el valor el fetichismo actúa mostrando las relaciones sociales como relaciones entre objetos. Esto es, las cosifica. La teoría de Marx no establecería el valor de las mercancías por la cantidad de trabajo fijado en ella (trabajo muerto) -lo que equivaldría a la teoría de Ricardo-; sino que la teoría del valor mostraría la cosificación de una relación social (trabajo abstracto). Así el problema de la transformación del valor en precio sería un problema falso porque atendería a dos órdenes distintos del conocimiento: el precio pertenece al mundo del fetiche, de la apariencia, de la necesidad objetiva de funcionamiento del capitalismo, mientras que el valor, criticado por Marx, se remite a la relación social cosificada, fetichizada, de la producción capitalista.
Del mismo modo, analiza la apariencia del plusvalor. No obstante, es cierto que para el concepto de mistificación Clara Ramas recurre a más artificios filológicos porque no aparece en los textos de Marx ningún apartado o capítulo dedicado específicamente a ello. No es nuestra función, creo, discutir los fundamentos filológicos de Clara Ramas -en este aspecto de persecución de la letra dejada por Marx su trabajo es sencillamente impecable-, sino seguir un poco su argumentación. El misticismo es una inversión apariencial de la realidad material. Lo explicaremos con el misticismo del salario. Para la economía política el salario corresponde al precio del trabajo, aparentemente el capitalismo acude al mercado a comprar trabajo y paga por esa mercancía su precio, como con cualquier otra mercancía. Sin embargo, he aquí la clave del misticismo, la sustitución metonímica (una sinécdoque) -si siguiéramos a Lacan-, lo que el sujeto propietario únicamente de su cuerpo vende no es su trabajo, sino su capacidad de trabajar: su fuerza de trabajo.
Hasta aquí. No tenemos espacio para entrar en el funcionamiento específico del fetechismo y la mistificación en el resto de relaciones. Hemos dejado colgando el porqué de la diferenciación con la lectura althusseriana en la división del trabajo de Marx. Althusser divide en dos la obra de Marx desde la ruptura con el humanismo, es decir, la centralidad la asume la lucha de clases -el proceso sin sujeto ni fines-; mientras que Clara Ramas nos avisa de que en la Miseria de la filosofía (1847) todavía operan los conceptos de la economía política clásica y es en la Introducción a la Contribución donde se rompe con ella.
Nosotros creemos que esta división es sintomática dado que le permite eludir el eje central del pensamiento de todo el pensamiento de Marx: la lucha de clases. No sólo en la época de La miseria de la filosofía  o El manifiesto comunista; también después,  La guerra civil en Francia (1871), sin ir más lejos.  Aunque principalmente en El Capital. Cita Clara Ramas la carta de K. Marx a Brief y Engels de 1868 en la que recoge el plan de escritura de la obra:
Finalmente, supuesto que estos tres elementos (salario del trabajo, renta del suelo, ganancia [interés]) son las fuentes de las rentas de las tres clases, a saber la de los propietarios de la tierra, la de los capitalistas y la de los obreros asalariados, llegamos a la conclusión de la lucha de clases, en la que se descompone el movimiento y que es el desenmascaramiento de toda esa porquería. [traducción e incisos de Clara Ramas].
Al parecer Marx consideraba central que El Capital concluyese con aquello que desenmascara y descompone todo el movimiento del capital. La conclusión es la lucha de clases, no el sujeto fetichizado en sus relaciones sociales, no el sujeto mistificado de la renta percibida. Sin embargo, Clara Ramas no hace referencia a ella en ningún momento; la apariencia objetiva del fetichismo y la mistificación están imbricados, así lo considera Marx, en la lucha de clases. Aunque el capitalista y el obrero viven el fetichismo y la mistificación, las consecuencias de esta vivencia no es la misma. Aunque el obrero cree, de manera mistificada, que vende trabajo, el rentista cree que el suelo produce o el prestatario cree en el capital que produce más capital, no es igual la consecuencia para cada uno. El obrero, a través de la forma mistificada del salario (apariencia objetiva), vende su fuerza de trabajo mientras que lo vive como renta por su trabajo. Igual ocurre con el rentista que considera que la tierra produce beneficios por sí y no que se apropie de parte del plusvalor generado; o el capitalista que vive la ilusión de que el capital se alimenta de sí mismo para aumentar. Todas estas formas mistificadas aparecen en lugar del plusvalor: una relación social de explotación: lucha de clases.
No consideramos que Clara Ramas no profundice y casi ni se refiera a la lucha de clases en su análisis de manera voluntaria, quizá como nosotros ha tenido falta de espacio; pero espero que pronto sitúe la lucha de clases en la construcción del materialismo crítico que propone.

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