martes, 28 de noviembre de 2017

EL CLINAMEN O CÓMO DECIR YO. A PROPÓSITO DE QUÉDATE ESTE DÍA Y ESTA NOCHE CONMIGO DE BELÉN GOPEGUI



¿Qué dicen los humanos, Google, cuando dicen «yo»? (p. 88)
¿Crees, Google, que a los seres humanos debería aliviarles imaginarse como enjambres de pequeños agentes más que como identidades bien atadas? (p. 144)

Decía Juan Carlos Rodríguez que toda la literatura desde la matriz ideológica burguesa) trata sobre el problema de cómo decir yo. En otro momento, De qué hablamos cuando hablamos de marxismo, afirmaba que uno de los principales problemas que ha tenido la política revolucionaria es que ha desdeñado o no ha sabido cómo construir nuestros sueños, nuestros deseos, nuestras relaciones íntimas (amistad, pareja…) desde otra clave, desde la lucha contra la explotación, la voz íntima del yo explotado. Algo que sí ha producido el capitalismo hasta convertirse en nuestra piel. Quédate este día y esta noche conmigo trata de decir yo desde esta perspectiva que señalaba Juan Carlos Rodríguez: la de la producción de otra intimidad.
Antes de entrar a señalar algunos aspectos de la construcción de la novela, sí quisiera remarcar que la última novela de Gopegui supone un pequeño giro respecto a las novelas anteriores donde la militancia política era clave en la construcción de los personajes; puesto que retorna, muy cercana a La escala de los mapas, a una novela radicada directamente en la construcción de la subjetividad. Parece, en este sentido, también responder a la coyuntura actual de reflujo de los movimientos en los últimos tiempos.
La novela de Belén Gopegui se juega en la articulación de tres dialécticas, dos de ellas construidas a partir del tercero excluido (es decir, algo que queda fuera del marco de relación simbólica que anula internas por medio de un tercero convertido en extraño común) y una final que, consecuencia de las otras dos, se dirige directamente a la estructuración misma de la subjetividad.

Google es este tercero excluido; aunque en este caso también podríamos hablar de tercero excluyente, ya que es él -sujeto jurídico frente a los sujetos físicos- quien puede permitir o no “ganarse la vida” a Mateo.  Al mismo tiempo Google es el receptor de la novela, además del trasmisor del texto y el motivo del discurso; por orden explicativo preferimos comenzar por la segunda contradicción que es, sin embargo, la que inicia la relación entre Olga y Mateo: la inteligencia artificial.
Los protagonistas de la novela, Olga -pequeña burguesa propietaria con altibajos en plena vejez y cercanía de la muerte- y Mateo -estudiante de clase obrera que busca un empleo en Google- forjan una amistad a través del proyecto de escribir una solicitud de empleo conjunta a Google.  
Desde el primer encuentro entre Olga y Mateo la discusión se centra en la posibilidad de la producción de una inteligencia artificial; también de la singularidad y especificidad humana, es decir, su subjetividad: ¿qué nos hace humanos? Durante las distintas conversaciones Mateo y Olga van desgranando distintas posibilidades de esa especificidad subjetiva humana que pudiera o no tener una máquina: la conciencia, el miedo, la posibilidad del aprendizaje por el error y, en consecuencia, la memoria, la capacidad de empatía en los vínculos con los otros, la mortalidad… Elementos que nos convierten en específicamente humanos.
Sin embargo, esta serie de oposiciones se resuelve casi negando todos estos elementos o, mejor dicho, haciéndola depender de la relación con los otros, a partir de la enfermedad degenerativa del padre de Mateo. La pérdida de la memoria, conciencia y el resto de elementos fruto de la enfermedad no aniquila su humanidad. Y esto en dos elementos clave: la propia condición de “máquina blanda” y de la existencia a través de los otros en las relaciones sociales.
La segunda contradicción es la que se establece entre las mismas relaciones sociales de producción: la novela se plantea como una solicitud de empleo a Google.
Google, que aquí funciona como elemento externo que permite la unión (tercero excluido y tercero excluyente): en primer lugar, es Google quien (lo que) permite la producción de un discurso común de Olga y Mateo y, en segundo término, es el receptor del texto escrito. De hecho, incluso se permite aparecer, a través de uno de sus empleados, como narrador del texto.
No me resisto a hacer una lectura de alianza de clases como la principal consecuencia de la generación de este tercero excluido. La relación entre Olga y Mateo, de la que se ha resaltado particularmente la diferencia de edad, lo es entre distintas clases sociales (pequeña burguesía propietaria, con sus altibajos, y clase obrera). Google genera su vínculo, su alianza en la escritura. Los propios conflictos dentro de esta alianza en el final de la primera parte: la diferencia entre la necesidad de un puesto de trabajo de Mateo y la no necesidad del mismo por parte de Olga.
Pero también permite la reflexión dentro de esta alianza sobre uno de los elementos claves de la construcción de la ideología burguesa: el mérito. El mérito que, desde la ideología burguesa sería la que establecería la distribución de los agentes dentro de la sociedad: cada uno alcanza hasta donde su mérito lo ha llevado.
Quédate este día y esta noche conmigo desarticula la trama ideológica del mérito desde distintos ángulos que quizá queden recogidos de la mejor manera en este fragmento que reproduzco:

Su ventaja es que los datos, cuando te atrevas a mirarlos sin sesgo, sin enmascaramiento, te mostrarán que el mérito no existe, el talento no es propio, ni siquiera el esfuerzo para alimentarlo, la capacidad de concentración o la energía, la experiencia o la oportunidad. Pero esos mismos datos, lo mires como los mires, nunca te negarán que exista la desesperación.
¿Cómo surgieron las cosas, las creencias, las teorías? ¿Cómo se fue pasando de vivir para alimentarse a vivir también para explicar el mundo, para tratar de comprender? Todavía no puedes analizarlos, Google. Careces de un modelo matemático inverso que sepa conducirte a esas zonas donde la sociedad humana produjo cambios de estado, comunidades no tan injustas, humor, familias no tan injustas, compasión, leyes no tan injustas, alegría, física y matemáticas, formas de la verdad. […]
Para que se aboliera la esclavitud, para que se enunciara el derecho universal a la educación o al voto, para comprender que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol no sólo fueron necesarias las voces de los investigadores, de las sufragistas, de los científicos y los activistas, hicieron falta también y sobre todo cientos de miles de mujeres y hombres cultivando el trigo, fabricando tinta, papel, limando los cristales que un día serían lentes de telescopios. Y la razón -¿o habrá que decir los propietarios de la razón?- esperaba sobre su montura, tan cobarde como los generales. (p. 170-1)

El fragmento es lo suficientemente explícito: vincula las transformaciones sociales a la división social del trabajo, es decir, a la lucha de clases. Y la particularidad de la lucha de clases es que como contradicción no requiere ningún tercero excluido. Su lucha es interna: unos trabajan y otros se apropian del trabajo. El último párrafo del fragmento que he citado impide cualquier lectura humanista o historicista de las transformaciones sociales: es la misma lucha de clases que, en su dinámica interna, la que los produce. Asi, pues, el mundo no es el lugar "donde se ejerce la libertad" (un poco a la lectura de Sartre de Marx), sino que son las propias relaciones sociales de producción las que nos (re)producen.
Pero yerraríamos también si leemos este fragmento de una manera determinista. Esta contradicción, por el contrario, es mucho más compleja porque aterriza como el clinamen[1] en la difícil relación entre las relaciones sociales de producción y la libertad de los agentes individuales: la paradoja de una libertad determinada o, para jugar la expresión de Engels, libertad en la necesidad. 

Puede suceder que, más que libres, los seres humanos sean simplemente probables, volátiles, carentes de una explicación. Podrías, por un momento, renunciar: entregarte al temblor, a ese murmullo aleatorio de fondo que envuelve a los humanos mientras viven y les da menos miedo que el silencio. (p. 176)


Es en la posibilidad de establecimiento de nuevas estructuras -formas de relaciones sociales- donde se producen los comportamientos no mercantiles: la intimidad (la amistad o el amor). Sólo así podemos entender que en las palabras claves que al comienzo de su informe la trabajadora de Google sobre el texto de Mateo y Olga incluya la palabra pizza

Palabras clave: mérito, libre albedrio, amistad, historia, pizza, robot. (p. 13)

La pizza, que aparece en esta línea casi como en uno de esos juegos lingüísticos en los que hay que señalar la palabra que no pertenece al campo semántico, es, sin embargo, muy significativo. La relación de Olga y Mateo es la amistad. Por su parte, la pizza simboliza el amor. No aparece en ninguna de las conversaciones entre Mateo y Olga (de hecho, se obvia explícitamente las relaciones sexuales de cada uno de ellos), hasta que en la vida de Mateo se cruza la trabajadora de una pizzería con la que se cierra la novela.
Dicho de otro modo, Quédate este día y esta noche conmigo es una historia de diferentes tipos de amor como salvaguarda contra las relaciones sociales de producción.

               
               



[1] .- La propia Belén Gopegui utiliza este término de la física de Epicuro en Quédate este día y esta noche conmigo: grosso modo el clinamen es la desviación espontánea de un átomo que provocaría nuevas relaciones causales. Louis Althusser en Por un materialismo aleatorio utilizará este término para modificar en parte sus posturas previas posiblemente muy pesimistas.