Perfectos desconocidos es un remake de una película italiana del año
pasado Perfetti sconosciuti. Sin
embargo, la crítica a ambas películas ha sido radicalmente distinta. Mientras
de la de Genovese se llega a afirmar: “No hay nada peor que una película que se
arroga la superioridad moral y entrega lecciones y amonestaciones tanto a sus
personajes como al espectador” (Sebastián Pimentel); de la versión de Alex de
la Iglesia dice Carlos Boyero: “[…] a los cinco minutos estoy enganchado a las
situaciones tragicómicas, patéticas, surrealistas, corrosivas que plantea esta
película impecablemente dirigida, con el ritmo modélico que precisa cada plano
[…]”.
Además de la
posible diferente maestría de Genovese y Alex de la Iglesia, hay cuatro
elementos que quizá nos puedan permitir entender la diferente recepción de la
película:
1.
Alex de la Iglesia prescinde de ciertas mentiras y conflictos menores que sí
aparecen en la italiana. Dicho de otro modo, permite el descanso al espectador
en la acumulación de mentiras colectivas que se destapan durante la película.
Por ejemplo, en la versión italiana el abogado está suspendido, pendiente de un
juicio por un atropello, cuando era la esposa quien conducía en estado de
ebriedad. Mentira prescindible que está ausente en el remake.
2. Aunque
ambas películas sitúan la acción en una noche de eclipse, en la versión de Alex
de la iglesia tiene una mayor presencia narrativa: luna de sangre, perigeo,
representación de momentos de locura colectiva (la escena del accidente en la
rotonda), vientos huracanados. Esta amplificación del recurso a lo sobrenatural
en la versión española provoca mayor tranquilidad en el espectador en lo que
luego llamaremos la emergencia de lo real. Recurso a lo sobrenatural que
alcanza su clímax en el final de la película.
3. La película
de Alex de la Iglesia mantiene más tiempo y mejor un tono cómico, que en la
versión de Genovese es mucho más inestable donde predomina una mirada
dramático-realista. Esta prevalencia de la comedia hace, entendemos, mucho más
digerible la emergencia de lo real.
3. El relato
italiano trata de construir personajes realistas y verosímiles, mucho más
complejos y poliédricos que en la versión de Alex de la Iglesia. En Perfectos desconocidos los personajes establecen
empatías y antipatías con el espectador desde el primer momento narrativo. El
caso del abogado infiel es quizá el más sintomático. El personaje de Ernesto
Alterio muestra una avidez depredadora sexual que devora incluso a la
adolescente, hija del cirujano y la psicóloga, tan ridícula y estereotipada que
tranquiliza al espectador.
Ambas, aunque
para los detalles tomaré la versión española, cuentan una noche de desvelamiento
de los secretos, engaños y ocultaciones entre un grupo de amigos, pero
particularmente dentro de las parejas que lo conforman a través de un simple
juego: la socialización de lo que se reciba en los distintos móviles de los
miembros del grupo. La puesta en común de los mensajes individuales rompe la
cadena simbólica que sostiene el grupo, cuyo anclaje es un elemento expulsado que
lo alteraría o directamente acabaría con él. A la salida a la superficie de
este elemento es a lo que llamo aquí emergencia de lo real.
El móvil aloja
el conocimiento. No aparece como una tecnología que sustituye la vida auténtica
por la inauténtica (por ejemplo, el caso de Her),
ni es lugar que repite hasta la locura el deseo (Solaris). Simplemente, es un dispositivo donde lo íntimo y el deseo
se recoge, es decir, donde se muestra. Esta externalización del espacio del
secreto supone además una ventaja analítica, para mí central: no sólo su
aparición, sino su propia elaboración tiene como condición indispensable la
aparición del Otro. Es la palabra del otro (las amantes, el amante, el juego sexual
internauta, la hija) la que desvela lo escondido, la que rompe el sostén de la
relación. Así, el secreto no pertenece sólo al sujeto como un deseo, sino que
es una relación social oculta.
Por supuesto, su
emergencia durante la noche, en un dispositivo donde el otro se materializa,
destruye las relaciones establecidas, particularmente las de pareja. La
resolución de ambas películas, mucho más sutil y elegante en el caso italiano
(la película de Alex de la Iglesia recurre a una marcha atrás en el tiempo tras
una especie de sortilegio con grandes vientos y golpes de ventanas), se concibe
desde un retorno a la tranquilidad del orden simbólico establecido tras la
alteración del eclipse: las revelaciones nunca tuvieron lugar porque no hubo juego.
Sólo su desaparición permite que los vínculos sobrevivan.
Esto que,
aparentemente, parece una solución tranquilizadora, quizá sea el elemento más
desestabilizador de la película: si queremos sostener una relación, ha de
mantenerse enterrado. En este sentido la película recuerda a El hombre que mató a Liberty Valance
cuyo argumento final es, como bien recuerda Žižek, que toda sociedad se
sustenta en un horror borrado. Sin embargo, esta restauración no es completa,
igual que en El hombre que mató a Liberty
Valance, uno de los personajes mantiene el conocimiento de toda la
historia: la psicóloga. Al final de este texto veremos el porqué.
Hay tres tipos
de emergencias en la película:
1. El secreto.
El personaje que en la versión española hace Pepón Nieto es homosexual y lo
mantiene como secreto ante sus amigos. El secreto se fundamenta en el temor de
la no aceptación de la situación por parte del resto del grupo. El secreto como
tal sostiene la relación, pero su desvelamiento no la destruye por sí mismo.
2. La
ocultación. El personaje del cirujano plástico oculta a su esposa (la
psicóloga) que está en terapia para tratar de salvar la pareja y que le ha dado
preservativos a su hija (confidente de ella y a lo que la madre es ajena). Por
su parte, la ecologista, pareja del taxista, le oculta que es la consultora
sentimental de su ex pareja. Ninguna de las dos supone, en principio, quiebra del
vínculo. Su razón de ser estriba en cómo recibiría la pareja su conocimiento.
3. El engaño.
El personaje del abogado engaña a su pareja con otra. La pareja del abogado
mantiene un juego sexual por mensajes de móvil. El taxista engaña a la
ecologista con la psicóloga y con una compañera del trabajo… Emergencias que
destruyen la relaciones entre el grupo, porque destruyen, éstas sí, la cadena
simbólica que las establecen.
Como decía, el
único personaje que conserva el conocimiento de los desvelamientos de la noche
es la psicóloga. Por dos motivos: ella conoce que es engañada por el taxista
con quien engaña a su pareja, el cirujano plástico, y le permitiría restaurar
desde su conocimiento la pareja y porque las ocultaciones de las que es objeto
(que el marido asista a terapia y que sea confidente de la hija) sirven en
última instancia a la pervivencia de la pareja.
Esta quizá sea
la única salida consoladora de la película. De las emergencias de los secretos,
ocultaciones y engaños, las del cirujano plástico son por amor y con el objeto
de hacer sobrevivir una pareja de la que está, como dice la hija en el momento
de los desvelamientos, está completamente enamorada. Un señor Bovary. Pero quizá
sea triste consuelo, que su amor sobreviva sobre la mentira.
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